miércoles, 21 de septiembre de 2011

El misterio de los clásicos imperecederos – Honor a las buenas lecturas!!








A lo largo del tiempo una de las cosas que se mantiene son las buenas lecturas. Esas obras escritas hace cientos de años y que todavía al día de hoy llenan las bibliotecas y cautivan a miles de lectores de todas las edades.

Pero ¿qué es lo que tienen las obras clásicas que las hace permanecer indelebles al paso del tiempo? ¿Por qué ciertas historias continúan siendo leídas con la misma intensidad hoy en día que hace siglos? Pueden existir muchas respuestas para estas preguntas y en este breve artículo intentaré explayarme sobren algunas de ellas.

Fundamentos de una obra clásica

Para que una obra sea clásica debe reunir ciertas características, como trascender en el tiempo, llevar un mensaje que pueda afectar a diferentes culturas de las que provenga y contener una historia fundamental que pueda servir para plasmar la esencia de una sociedad entera, de un grupo selecto o de alguien que vive inmerso en una vida social característica.

Entre las lecturas clásicas que más destacan se encuentran los escritores de la antigüedad, cuyos nombres fundamentales son Dostoyevski, Tolstói, Proust y Flaubert, entre otros. ¿Por qué aún al día de hoy estos escritores son leídos? Principalmente porque supieron escribir acerca de su tiempo, de los conflictos sociales del siglo en que habitaron y plasmar en una historia las contradicciones yacentes en su entorno social. De todas formas no es esta la única razón por la cual al día de hoy continuamos leyéndolos, además lo hacemos porque sus pensamientos pueden ser tan válidos en nuestro tiempo como lo fueron en el suyo y porque sus obras iluminan nuestra realidad social y política, muchos siglos después de haber sido escritas.

En este punto desearía detenerme y decir que considero que es ahí donde reside el verdadero secreto de las obras clásicas, de su permanencia a lo largo del tiempo, en la capacidad de permanecer inherentes al paso del tiempo, de ser siempre actuales, aunque su estilo literario ya se encuentre en desuso y ciertas cuestiones ya hayan caducado.

¿Qué tienen en común Don Quijote, Robin Hood y Tom Sayer?

Don Quijote, ese personaje loco, descarriado y tan entrañable continúa estando en nuestras librerías, poblando nuestras bibliotecas gracias a su esencia. Porque con él Cervantes consiguió pintar el alma de los artistas, bohemios, soñadores y capaces de darlo todo por un sueño.

En este personaje muchos podemos sentirnos identificados, hemos sido capaces de acercarnos a La Mancha y deseado conocerla y pisarla, así como también nos hemos sabido acercar a lo profundo de las cosas, intentando encontrar el sentido de lo verdadero, que lejos está de lo que el mundo propone. Don Quijote permanece porque su locura es el ingrediente que lo vuelve clásico y que permite que continúe vivo varios siglos después.

Robin Hood es otro personaje antiguo que continúa siendo relevante hoy en día. Su pasión por la justicia considero que es el elemento que lo ha vuelto famoso y que le permite continuar en su mejor auge. Un hombre capaz de dejarlo todo en pos de la lucha por la igualdad, por el reinado del bien sobre el mal y la corrupción de los políticos. Sin lugar a dudas, gracias a esa característica, de luchador desinteresado por el bien común, continuamos hablando de él, y leyendo acerca de sus historias.

Continuando con la lista podemos nombrar a Tom Sawyer, un chico huérfano que vive un sin fin de aventuras, que lo llevan a meterse en líos gordos, pero pese a ello logra salir siempre ileso… Aquí me detengo, porque ¿qué es lo que hace especial a este personaje? ¿Qué tenía este niñito de Mark Twain que le ayudó a convertirse en un clásico de la mayoría de los idiomas? La inocencia escondida detrás de la maldad y la travesía, y esa capacidad de “querer comerse el mundo y no parar hasta conseguirlo”. Todo esto lo vuelven único, entrañable y hace que todos queramos leerlo. Además, en esta obra, Twain logra caracterizar muy bien la sociedad burguesa enfrentada con la clase baja de ese entonces y este libro sirve mucho para entender la estructura social de esa región de Estados Unidos.

Estas son sólo tres de las infinitas obras consideradas clásicas, tan sólo las he querido nombrar para describir los tres elementos fundamentales que deben contener las obras clásicas para permanecer, para convertirse en obras maestras: una cuota de demencia o irracionalidad, una fuerte convicción y empeño por conseguir un cambio social, e inocencia para llegar a cautivar al lector.

Los clásicos y las ideas renovadas

Por otro lado, cabe mencionar que la mayoría de las historias clásicas, que son consideradas obras magnas, no hablan de patriotismo y de otros ismos; al revés, intentan mostrar una visión más amplia del mundo y de la vida, llegar a plantear ideas sumamente renovadoras para cualquier tiempo, donde la libertad, el bien común y la tolerancia son las principales protagonistas. Es aquí donde me atrevo a afirmar que ninguna obra clásica pudo ser considerada una buena obra en su época, puesto que los seres humanos no sabemos apreciar lo verdadero en su justo momento, sino cuando ya ha ocurrido.

Es interesante quedarnos con este aspecto de las obras que han trascendido a los tiempos, para descubrir definitivamente que los grandes pensadores, los escritores apasionados y los artistas que han hecho historia son aquellos que han sabido aportar una idea renovada de la existencia; controversial en la mayoría de los casos, aunque ahora podamos entenderlas como “obvias”, y sobre todo que se han jugado por sus ideales pese a tener que ser tildados de locos. Tal es el caso de Tolstói, que renunció a todos sus bienes para ofrecérselos a los campesinos que habían trabajado en la finca de su padre desde que él era niño, que murió en una estación de tren y que su propia familia declaró de demente tan sólo por eso, por creer en algo diferente y por luchar por esas ideas. Cabe aclarar que fue Lev Tolstói uno de los primeros veganos que vio la historia./Téxil Gardey/LIVDUCA

jueves, 8 de septiembre de 2011

Boletín del Escritor: Ferias del Libro: Oportunidad para lectores y escr...

Boletín del Escritor: Ferias del Libro: Oportunidad para lectores y escr...: Por Ivette Durán Calderón No cabe duda que uno de los eventos más importantes para cualquier apasionado de la lectura es...

De “puño y letra”, misivas y epístolas de amor, pasión, desengaños y rupturas hechas literatura











Los sms, el correo electrónico, el messenger… Hoy existe un sinfín de medios para comunicarse rápidamente y en tiempo real con nuestra pareja si no estamos a su lado.


Es la manera de mantener viva la llama del amor en la distancia.

Sin embargo, otro medio que, aunque ahora ya más en desuso, ha conseguido enamorar y ha servido para hacer declaraciones de los más profundos sentimientos: las cartas escritas “de puño y letra”.

No hay nada más romántico ni nada más íntimo que recibir una misiva de la persona por la que suspiramos. Y eso es precisamente lo que ha inspirado a más de un autor para desarrollar bellas historias que han enriquecido la Literatura Universal.

Uno de los primeros trabajos de este tipo es Cartas de la monja portuguesa. En el año 1669 es cuando esta religiosa, Mariana Alcoforado, escribe un conjunto de páginas de amor dirigidas al conde Chamilly, que la había seducido y que posteriormente se había marchado a tierras galas olvidándose de dicha aventura.

Sin embargo, para la citada monja era su Apolo, y completamente enamorada le escribió ese conjunto de misivas en las que, de manera abierta, le daba a conocer su pasión por él.

Todas las edades y etapas de la vida son estupendas para vivir el sentimiento más universal del mundo. Y así se refleja en Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso que publicó en el año 1983 el gran escritor español Miguel Delibes. Un relato donde se narra el flirteo y el intercambio de emociones entre un periodista soltero jubilado y una viuda.

Una relación que la mantendrán vía correspondencia a través de una sección de una revista.

Secretos postales

El descubrimiento de unas misivas de tono amoroso son el punto de partida del libro que Judith Arnold publicó en 2001: Cartas de amor prohibidas.

Sally, recogiendo los objetos personales de su marido recién fallecido, es la que descubre la correspondencia que él ocultaba de una chica llamada Laura.

El desconcierto y la desesperación serán los que llevarán a la viuda a ponerse en contacto con el mejor amigo del marido, Todd, quien tampoco conocía nada de esa historia. Ambos, dolidos por el engaño del fallecido, emprenderán una investigación para aclarar lo sucedido. Un proceso durante el cual la llama de la pasión surgirá entre ellos dos.

Un gran secreto es el que esconden también las misivas de la novela A buenas horas cartas de amor. En el año 2000 fue cuando Víctor Andresco lanzó al mercado esta novela que gira en torno al asesinato de un travesti en una parada de autobús. En el esclarecimiento del mismo jugarán un papel fundamental las mencionadas misivas que aparecen junto al cadáver.

El peculiar comisario Emilio González será el encargado de intentar encontrar al asesino usando como principal pista aquellos escritos pues detrás de ellos puede encontrarse el delincuente o la persona que dé luz al caso.

Secretos o pasiones se ocultan detrás de las cartas de estos libros que aquí subrayamos. El punto de conexión, sin duda, que reflejan los sentimientos más profundos del ser humano./ María Merino/LIVDUCA

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Descatalogados y muy buscados – Libros de colección










¿”Sex” de Madonna? Sí, claro: aquel libro de fotografías en las que la señora Ciccone posaba desnuda en situaciones más o menos eróticas... Cualquiera que tuviera edad en esa época (1992) recuerda aquel volumen envuelto en una bolsa parecida a los envoltorios de los condones. Y por eso, no ha sido una gran sorpresa que la red “on line” Bookfinder.com (dirigida al mercado en inglés) de librerías de viejo del Reino Unido anunciara la semana pasada que “Sex” era el libro más demandado por sus clientes entre todos los títulos descatalogados con presencia en su catálogo.

Pero, ¿y los coleccionistas españoles? Iberlibro.com, el gran mercado de libros descatalogados para el mercado en español (parte del grupo Amazon), ha elaborado la lista de los deseos de sus clientes para ELMUNDO.es. Y el resultado es mucho más refinado.

“La soberana del campo de oro” y “El rey de los cangrejos”, de Emilio Salgari, en versiones de la Editorial Calleja hace un siglo largo, encabezan los anhelos de los usuarios de Iberlibro entre los libros descatalogados. Y su victoria parece un homenaje inesperado en el centenario de la muerte del escritor italiano. Según Iberlibro, "Estos títulos fueron publicados con bellas ilustraciones por la editorial Saturnino Calleja a finales del Siglo XIX y principios del S.XX, y suponen un tesoro para cualquier coleccionista o amante de la lectura de Salgari". A la Editorial Calleja, por cierto, remite aquel dicho popular de '(tener) más cuento que Calleja'.

Al lado de Salgari aparece en el podio otro autor clásico de aventuras del XIX, Alejandro Dumas, gracias a 'Los mohicanos de París', su obra más extensa que no la más conocida. Y, detrás, “Rabia”, la primera novela de Stephen King (1977), firmada con el seudónimo de Richard Bachman y olvidada por los editores españoles desde 2004 (Nuevas Ediciones de Bolsillo.)

Más: sigue otra entrada para empollones, la “Antología” de Fray Benito Jerónimo Feijoo, y después, un viejo “best seller” para chicas (“La fuerza de la pasión”, de Nora Roberts) y otro para chicos (“El aviso de Berlín”, de Nicholas Guild).

Y, en el trammo final de la tabla, la cosa vuelve a animarse: “Los mitos de Ctuluh”, clásico de terror de H. P. Lovecraft aparece en el séptimo puesto. La recopilación '10 relatos eróticos' (con textos de Bukowsky y de Cortázar entre otros, lanzado en 1995 por Plaza&Janes) es el octavo de la lista. Los “Cuentos del general”, del militar mexicano Vicente Riva Palacio, el noveno. Y el décimo corresponde a, sorpresa, Javier Coma, gran erudito de la “cultura popular” del medio siglo y autor de la muy demandada 'Historia de los cómics', una colección de 48 fascículos de 32 páginas cada uno publicada entre 1983 y 1984./ Luis Alemany/elmundo.es/LIVDUCA