sábado, 29 de enero de 2011

Julio Cortázar, escritor argentino, cronopio vivaz de la literatura reflejado en el libro Papeles Inesperados editado por Alfaguara



Lo inesperado tiene muchas veces el carácter de lo paradójico, que en un principio sólo puede entenderse si la magia ronda en esas esquinas.

Tal es, en líneas generales, lo que atraviesa la obra del argentino Julio Cortázar (1914-1984).

En el año 2009 aparecieron los Papeles Inesperados, un compendio de textos varios que reposaron durante mucho tiempo en gavetas y escondrijos, valga la redundancia, inesperados y que salieron a la luz gracias a la tozudez del filólogo y crítico catalán Carles Álvarez Garriga (1968) y la colaboración de Aurora Bernárdez (1920), viuda de Cortázar.

El lector puede encontrar aquí una vastedad de temas que irrigaron el espectro intelectual y temporal de la vida del escritor, desde un discurso dirigido a los profesores de una provincia argentina hasta cuentos y poemas, todos ellos textos inéditos que siguen arrojando luces sobre el universo del autor de RAYUELA, novela a la cual, cómo no, se refiere en uno de los textos.

Hay un énfasis en la postura ideológico-política del argentino: su adhesión a la Revolución Cubana, a la causa sandinista en Nicaragua y a todos aquellos procesos de sublevación que se insinuaban o consolidaban en el mundo entero. Mucho se ha dicho y escrito sobre esta actitud, no es necesario profundizar en ello. Baste reconocer que Cortázar fue uno de los intelectuales más honestos en el momento de hacer visibles estos escenarios, al punto de denunciar por todos los medios atropellos, violaciones o imposiciones, al tiempo de alentar permanentemente la autocrítica, aclarando de una vez por todas que el compromiso del escritor se refleja en lo puramente literario y de allí se proyecta, por sí sólo, a todo aquel movimiento que fije sus bases en la cultura popular, que se alimenta de ello y lo hace propio hasta conquistar, dentro de sus condiciones particulares, el camino de la autonomía, basada en la consagración del ser humano.

Por lo demás, cierta arbitrariedad (plenamente justificada) por parte de los editores ofrece al lector una división en tres temas que a su vez se subtienden gracias a que en todos los textos se articulan ejes referenciales que los unen ya sea por el estilo o por el abordaje del autor en cuyos sedimentos se pueden encontrar las mismas aspiraciones, nostalgias o recuerdos. Es así como encontramos remisiones a la pintura (o pintores), la fotografía, correspondencias, entrevistas, discursos, poemas y semblanzas de sus grandes amistades como José Lezama Lima o Pablo Neruda y otras menos rimbombantes en todos los campos artísticos. Valga decir que un artista, un artista honesto, es lo más parecido a un santo.

La publicación del libro estuvo a cargo de la editorial ALFAGUARA, con un contenido de 486 páginas. Afortunados quienes naveguen por estas páginas, pues en ellas encontrarán el reflejo de un hombre que hizo de la literatura se refugio, y así lo hizo saber hasta darse cuenta que estaba transitando el camino que lo llevaba a superar los límites de la creación, no sin antes pagar un precio: la soledad.

Después de leerlo, vamos a parafrasear al propio autor: “Queremos tanto a Julio” y nos preguntaremos cuántos más papeles inesperados, cuántas bromas nos tendrá reservadas este hombre y cuántos genios revolotean aún en el corazón inquieto de este cronopio.JORGE C. ESCRITORES DE CALI/Comunidad Literaria/LIVDUCA

Comentario desde México

Papeles esperados debería nombrarse a este conjunto de textos encontrados en una vieja cómoda por la primera esposa del escritor argentino Julio Cortázar. La idea romántica de los textos inéditos, el encontronazo que lógicamente deviene en mercado.

Para aquéllos incautos del trabajo del argentino podría ser una manera de acercarse a su trabajo, para otro error rotundo, su obra no está contenida en este libro. Dudo tremendamente de las publicaciones post mortem, aunque en éste caso me motivó la profunda estima que me une a la obra Cortázar, o digamos al Cronopio vivaz de la literatura.

El libro llega casi a las quinientas páginas, se divide en tres partes: PROSAS, compendio de historias sueltas, desde Un tal Lucas, Libro de Manuel, pasando por Momentos, Amigos y Fondos de cajón.

Ideas para enganchar al lector, esas Historias de Cronopios y de Famas que siempre logran saltar carcajadas, aventones y manías. De Libro de Manuel, se recoge un texto que aunado al conjunto del mencionado, adhiere un poco menos a la historia.

Los rastros sueltos de Un Tal Lucas es de lo más rescatable de este compendio a destiempo. Donde Lucas adquiere afinidades hospital, amigos entrometidos, cigarrillos y discos de Jazz, siempre tras la disfrutable paradoja de los eventos. Los Momentos y Circunstancias de la primera parte son como signos sueltos, que más vale si hubiesen permanecido en su cajón.

En la segunda parte y la más larga del libro, ha de verse inmiscuido ese fervor por lo políticamente correcto de escritores de la talla del nuestro: Cuba, el Che, Latinoamérica, Estados Unidos, socialistas, comunistas, capitalistas y todo ese entrecejo tan caduco que aún molesta a generaciones posteriores. Digamos, datos históricos de una izquierda justificada. Y ese deseo de pertenencia que impulsó a Cortázar a fijar su residencia en París, creando desde ahí una parte importantísima de toda la obra Latinoamericana.

Esas preguntas realizadas por imprudentes sobre la identidad del escritor, respuestas bárbaramente adecuadas en Rayuela, definidas al momento de leer al cuentista, o las salpicaduras de la misma novela plagada de apasionada indiferencia, múltiples circunstancias que rodean a un aguerrido protagonista, el escritor dando patadas de emoción existencial y creatividad a flote.

Sus textos políticos salen sobrando, más de la mitad del libro en estos asuntos cansa y disgusta a quienes simplemente disfrutamos al Cortázar Cronopio y fugaz, la libertad París, del lado de aquí-allá. Hay quien aún le reclama el exilio, qué se le puede reclamar a quien escribió los cuentos más delicadamente escritos; amante del Jazz, los gatos, los viajes. El libro Los Autonautas de la Cosmopista es mencionado en sólo un par de ocasiones, obra de valía contra-reloj, cuando Carol Dunlop ya no estaba a su lado, el compromiso por rendirle tributo a su amada. Páginas maravillosas de viajes parqueadero.

La tercera parte reúne varios de sus poemas, aunque Cortázar poeta lo era mejor cuando la poesía se le daba describiendo los altibajos de una calle, las instrucciones precisas para subir una escalera, o de cómo la tos de una mujer alemana, llegó a colarse en la grabación de un disco de música de cámara, implicando envoltura gente.

El mejor Cortázar está en sus libros de cuentos, pues la poesía le quedó grande, el cuento a la medida, y la novela en mangas de camisa.

Papeles Inesperados, un libro para lectores leales, se recomienda siempre y cuando no se tenga empacho en saltar algunas de sus páginas./Rocío Flores, nace y vive en la ciudad de Tijuana, B.C., Méx. http://rocioflores.wordpress.com

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